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23/4/12

NECESIDADES


"Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Flp 4.19)
Acercándose al final de su epístola, Pablo asegura ahora a los destinatarios que Dios suplirá todas sus necesidades. Este pasaje debe llevarnos a reflexionar en algunas cuestiones importantes, ya que pueden ser de sumo aliento para todos aquellos que deben atravesar alguna situación de carencia material.

Podemos ver que, este Dios no complace todos los deseos, pero ¡suple todas las necesidades! El lo hará “en gloria”, frase que tiene el sentido de gloriosamente “Mi Dios os dará gloriosamente”.

Muchas veces solemos pensar que las “riquezas en gloria”, a las que se refiere el apóstol, tienen que ver con las recompensas eternas, en la vida futura. Sin embargo, Pablo no piensa en primer lugar en lo que Dios hará por los creyentes cuando estos entren en la gloria de los cielos, sino lo que hará por ellos en este reino terrenal de necesidades, cuando éstas le sean presentadas.

Y algo mas, y sumamente asombroso tiene que ver con la calidad de la bendición de Dios; El dará no meramente de sus riquezas (como el millonario que dona una insignificante suma para alguna causa noble, suma sustraída de su cuantiosa fortuna), sino según sus riquezas, ¡de forma que el don estará realmente en proporción con los infinitos recursos de Dios!

Ahora bien como creyentes, nunca debemos perder de vista que, las bendiciones no necesariamente serán materiales. Hay necesidades de otra índole que Dios también puede satisfacer. Por eso, vamos a ver un catalogo de Nuestras varias y variadas necesidades trazadas a través del Nuevo Testamento:

  • Nuestras necesidades materiales o temporales

"No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas". (Mt 6.31-32)

La expresión “Porque los Gentiles buscan todas estas cosas”, hace referencia más bien a: “persiguen”. Como los gentiles no conocen nada de concreto más allá de la vida presente que despierte sus aspiraciones ni ocupe su suprema atención, ellos naturalmente persiguen los objetos presentes como su principal y único bien.

Naturalmente los gentiles, que no reconocen un Padre celestial y están en completa ignorancia acerca de la promesa de realidades muy superiores, ponen su corazón y preocupación en la comida y el vestido. Las cosas materiales son objeto de su deseo consumidor.

Dado que los seguidores de Cristo son completamente diferentes deben también seguir un camino diferente: deben ser distintos y no hundirse hasta el nivel de los gentiles. Deben confiar y no temer. En el mundo actual muchos (de los cuales algunos son discípulos cristianos) no tienen todas sus necesidades satisfechas. Este pasaje no resuelve el problema, pero necesitamos entender cómo la provisión de Dios se relaciona con el mal uso humano de lo que Dios ha provisto.

Debemos entender lo siguiente, la recomendación “No os afanéis…”, no es una licencia para la dejadez o negligencia; lo que aquí se prohíbe es la preocupación, no la provisión responsable para las necesidades de uno mismo y las de su familia; ¡Dios provee alimento para las aves, pero éstas tienen que buscarlo! La base de la confianza del discípulo, en contraste con la preocupación de los gen tiles, reside en reconocer a Dios como vuestro Padre celestial. La actitud correcta es poner a Dios en primer lugar y confiar en él para nuestras necesidades prácticas.


  • Nuestra necesidad física: salud
"Y cuando la gente lo supo, le siguió; y él les recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que necesitaban ser curados". (Lc 9.11)


Jesús trató de pasar inadvertido, pero pronto descubrieron dónde estaba y lo siguieron. En lugar de molestarse por esta interrupción, Jesús les recibió y suplió sus necesidades. ¿Se molestará Dios cuando usted llega a él con sus necesidades de salud?

Vea lo siguiente, en aquellos tiempos, Si Jesús hubiera sido un hombre cualquiera que buscaba reposo y descanso, probablemente se hubiera dirigido a la gente en la forma siguiente: “Llegamos hasta aquí en busca de paz y tranquilidad; por favor, váyanse a sus hogares. Estamos agotados; véannos en otra ocasión”. Pero Jesús era—y es—diferente. Aun da una bienvenida a los que han venido a perturbar su reposo, porque “su corazón se llenó de compasión por ellos” (Mr. 6:34). Las necesidades de la gente, enferma, ignorante, desconsolada, y además hambrienta (como luego iban a estarlo, Lc. 9:12, 13) significaban mucho más para él que su propia conveniencia y comodidad.

Podemos tener la tranquilidad que nuestra necesidad de salud física, será suplida por el Señor.
 
  • Nuestra necesidad personal: alimento espiritual

"Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada". (Lc 10.42)

Jesús no condenó a Marta por preocuparse de los quehaceres de la casa. Solo le pidió fijar prioridades. Cuando Marta se quejó a su huésped, molesta por la pereza de su hermana, Jesús le replicó con gentileza pero también con firmeza. Puede haber estado implicando que Marta estaba ocupada tratando de ofrecer una comida muy bien elaborada, cuando bastaba algo sencillo. María había elegido escuchar a Jesús y eso era más importante que preparar una gran cena. El relato no quiere enseñar el valor de la contemplación frente a la acción, sino mostrar que el servicio a Jesús no debe llenar la vida de una persona de tal forma que no tenga tiempo de aprender de él.

El Señor establece aquí las prioridades; él no está contra la hospitalidad, la buena comida, o las comodidades y arreglo de la casa. Sin embargo, lo que vale es la comunión espiritual que ejemplifica María. Se podría decir que es el servicio más alto que uno puede dar.


  • Nuestra necesidad moral: limpieza
"Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos". (Jn 13.10)

Cristo lavó los pies de los discípulos para representarles el valor del lavado espiritual, y la limpieza del alma de las contaminaciones del pecado.


El creyente verdadero es lavado de manera completa, cuando recibe a Cristo para su salvación. Entonces, cuál debe ser la tarea diaria de quienes, por gracia, están en un estado justificado: lavar sus pies; limpiar la culpa diaria, y estar alertas contra toda cosa contaminante.

Se nos enseña a buscar limpieza diaria cuando después de haber sido adoptados como hijos, decimos: “Padre nuestro, que estás en los cielos … perdónanos nuestras deudas”; y, cuando afligidos por el reconocimiento de nuestras muchas falta ¿no es un alivio el que se nos permita lavarnos los pies después de un día de tenerlos en contacto con la tierra? Pero esto no es poner en duda la perfección de nuestra justificación ya realizada.

 

  • Nuestra necesidad social: compañerismo

"Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros". (1 Co 12.20-21)

Por medio de una excelente ilustración, Pablo explica lo que es la unidad y la dependencia mutua. El cuerpo humano que consiste en muchas partes jamás podrá ser sólo un ojo. Si fuera así, argumenta Pablo, vería pero no podría oír. El cuerpo no sería capaz de funcionar con propiedad. Además, si el cuerpo estuviese compuesto sólo por el oído, no podría detectar olores, malos o buenos. Por cierto, sin la variedad de las partes del cuerpo cumpliendo sus propias funciones, el cuerpo se deterioraría y moriría rápidamente.

El cuerpo necesita a todos sus miembros para funcionar apropiadamente. De la misma forma, ninguna persona de la congregación de Corinto tiene derecho a separarse de la iglesia, porque cada miembro es importante para el sano funcionamiento de todo el cuerpo.

Recuerde: ninguno puede decir que no es necesario. Ninguno puede decir que no es necesario el otro. Cristo hace que todos necesitemos unos de otros
 
  • Nuestra necesidad espiritual: paciencia duradera

"No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa". (Heb 10.35-36)


El escritor anima a sus lectores a no abandonar la fe en tiempos de persecución, sino a demostrar mediante la paciencia que esa fe es verdadera. La fe significa depender de lo que Cristo ha hecho por nosotros en el pasado, pero también significa esperar lo que hará en nuestro favor en el presente y en el futuro

“no perdáis … vuestra confianza” significa no perder la convicción sobre el valor del compromiso cristiano. Para los destinatarios de Hebreos volver a la seguridad del judaísmo significaría la pérdida del galardón eterno en el tribunal de Cristo.

La palabra que se traduce como paciencia aquí significa permanecer bajo un peso, soportar; habla de la cualidad de resistir con perseverancia y aguante frente a las pruebas y dificultades. La paciencia se desarrolla precisamente mediante la prueba.

Paciencia y fe son sinónimos en el pensamiento del escritor. Así que todos ellos necesitaban ejercerlas. No estaban en una situación fácil porque estaban pasando por persecuciones a causa de su fe, y por eso se les dan estas palabras de ánimo. Un creyente genuino no es el que retrocede, sino aquel que tiene fe y la aplica en los momentos difíciles.


  • Nuestra necesidad intelectual: sabiduría

"Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada". (Stg1.5)

Petición de sabiduría, Santiago no solo habla acerca del conocimiento, sino de la capacidad de tomar decisiones sabias en circunstancias difíciles.

Cuando necesitamos sabiduría, podemos orar a Dios y Él suplirá abundantemente nuestras necesidades. Los cristianos no tienen por qué andar a tientas en las tinieblas, con la esperanza de tal vez encontrar la respuesta.

La sabiduría de Dios está a nuestra disposición para guiar nuestras decisiones. Sabiduría significa discernimiento práctico. La sabiduría empieza con respeto a Dios, conduce a una vida recta y resulta en una capacidad creciente para distinguir lo correcto de lo erróneo.

Dios está dispuesto a darnos esa sabiduría, pero no podremos recibirla si nuestras metas están centradas en nosotros mismos en lugar de estar centradas en Dios.

Para conocer la voluntad de Dios, debemos leer su Palabra y pedirle que nos revele cómo obedecerla, y luego estar dispuestos a hacer lo que Él nos diga.
 
  • Conclusión:
Nuestro Dios siempre provee en el momento justo de la necesidad. Así como proveyó el carnero en el último momento, antes que Abraham sacrificara a Isaac, así prueba nuestra obediencia, fe y confianza, y está presto a intervenir cuando todo lo demás ha fallado.

Dios no ha prometido satisfacer “todos” nuestros caprichos o deseos, especialmente los que no son de provecho para nuestra vida ni dan gloria a su nombre. Su promesa es suplir “todo” lo que nos falta.

Debemos recordar la diferencia entre nuestros deseos y nuestras necesidades. La mayoría de la gente quiere sentirse bien evitando el dolor y la incomodidad. Puede que no recibamos todo lo que deseamos. Al confiar en Cristo, nuestras actitudes y apetitos pueden cambiar de desear todo a aceptar su provisión y poder para vivir por Él.